Al despertar cada
mañana, abres tus ojos y ¿cuál es tu primer pensamiento o sentimiento?
Es necesario alimentar la
vida de pensamientos y sentimientos positivos, si inicias el día bendiciendo a
Dios y agradeciendo por todo cuanto tienes, muy seguramente tu espíritu entrara
en sintonía con el valor de la bondad.
Todo aquello
que dejas anidar en tu corazón, sean sentimientos negativos o positivos, se reflejarán
en tus relaciones interpersonales. Por eso, como buen jardinero de tu vida, debes
a menudo podar la maleza que se ha adherido a tu corazón, corta de raíz lo que
te impide crecer como persona, nadie más que tú sabes cuál es esa actitud o
sentimiento que has ido dejando robustecer, pero que desafortunadamente causa
dolor, tristeza y desilusión en los seres que te aman.
Así como dedicas tiempo a la belleza y presentación exterior, preocúpate también de tu belleza interior, que aunque es invisible a los ojos físicos, se hace visible enormemente en tus comportamientos. La manera como tratas a los demás, las palabras que usas, tu capacidad de servicio y tu lenguaje corporal indican qué sentimientos albergan en el fondo de tu corazón. “De lo que abunda en el corazón habla la boca”.
No puedes
pretender tener actitudes bondadosas, si guardas rencor y resentimiento, si a
todo momento maldices y reniegas de la vida, si hablas mal de los demás, si
empleas un vocabulario inapropiado, si no te interesa ayudar, si eres mezquino
y solo piensas en ti. "En la medida que
das, recibes".
Precisamente el valor de la bondad, nos invita a estar dispuestos a hacer el bien. Piensa por un momento ¿cuántas veces al día tienes la oportunidad de hacer el bien? La respuesta sería “infinidad de veces”, pero muy pocas se aprovechan. A veces, porque vas retardado para el trabajo, estás cansado, no es tú problema, que le ayude otro, no tengo dinero, no tengo tiempo, no lo conozco y mil excusas más.
A su vez, hay situaciones que te reprimen de obrar el bien, algunas pueden ser “el qué dirán”, el miedo al ridículo, el respeto humano y muchas otras. Algunos piensan que ser bueno, es ser sumiso, ingenuo, blando o sin carácter; por el contrario, las personas bondadosas gozan de una gran personalidad, son justas en sus acciones, son capaces de compartir, tienen una alta dosis de energía y optimismo; que reflejan en su cálida sonrisa, un rostro amable, un abrazo sincero, un saludo afectuoso o alguna manifestación de cariño y de respeto.
De igual
forma, tú puedes enseñar a otros a ser buenos, ayudándoles a sanar las heridas
de su corazón, enseñándoles a ver la vida con ojos nuevos, enseñándoles a perdonar
o enseñándoles a ser felices con lo que tienen. Tú también puedes sembrar en el otro la
semilla de la bondad.
“LOS QUE
ENSEÑAN A OTROS A SER BUENOS, BRILLARÁN COMO ESTRELLAS POR TODA LA ETERNIDAD”
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